A todos nos encanta dormir la siesta, aunque muy pocos tenemos tiempo suficiente para hacerlo. De todos modos, en el ajetreado mundo de los pequeños, las siestas son más que importantes. De hecho, son casi una obligación. No sólo les hace bien, sino que les permite a los padres y niñeras tomarse un merecido descanso.
KidsHealth.org explica que la infancia es un momento crucial en el desarrollo de una criatura y las siestas “brindan un espacio de relajación necesario para crecer y revitalizarse.” De hecho, los infantes de hasta 6 meses de edad necesitan dormir hasta 20 horas al día, por lo que las siestas juegan un rol muy importante a la hora de lograr ese total. A continuación, le presentamos cinco motivos por los que las siestas son buenas para los niños — ¡y para usted, claro!
1. Contribuyen con el desarrollo emocional
Un artículo de la revista Parenting destaca que los infantes que no duermen durante el día son más propensos a experimentar síntomas de ansiedad y sus habilidades cognitivas (como solucionar problemas) se deterioran. Un estudio llevado a cabo por PsychCentral.com asegura que “no dormir siestas impacta en la forma en que los niños expresan distintos sentimientos” y crea trastornos del humor que se prolongan por el resto de sus vidas.
Dicho estudio se concentró en pequeños que no dormían durante el día y se encargó de analizar su comportamiento después de dormir. Los resultados demostraron una reducción del 34% de las “respuestas emocionales positivas” en los niños que no dormían en comparación con los que sí lo hacían.
2. Mejoran el aprendizaje en los pequeños en etapa pre-escolar
Según un estudio llevado a cabo por los National Institutes of Health, estimular el descanso de los niños en edad pre-escolar dentro del aula favorece el proceso de aprendizaje y la memoria.
Los resultados surgen de enseñarles a 40 niños de pre-escolar un juego de memoria. Aquellos que dormían alrededor de una hora recordaban en promedio un 10% más de objetos que los que permanecían despiertos. De hecho, el efecto positivo de la siesta se prolongó hasta la mañana siguiente, afirmaron los expertos.
3. Más descanso de día, mejor descanso de noche
En los adultos, dormir la siesta puede desencadenar un caos en los patrones de sueño y hasta, en algunos casos, provocar insomnio (aunque muchas veces son necesarias y punto). No obstante, en los niños pequeños saltearse la siesta puede impactar de forma negativa en su descanso nocturno.
KidsHealth.org afirma que la falta de descanso diurno irrita y desgasta a los pequeños y hace que sea más difícil hacerlos dormir por la noche. Si las criaturas están exhaustas, sus padres también lo estarán.
4. Permiten que los niños se relajen
Todos disfrutamos de pasar tiempo a solas, ya que nos permite olvidar las distracciones, sumergirnos en un baño de burbujas, leer nuestro libro preferido o simplemente beber una taza de café. Lo mismo ocurre con los niños—los adultos solemos sobrecargarlos de actividades a medida que van creciendo y les quitamos la posibilidad de disfrutar de su propia compañía.
Un artículo de la revista Parenting explica que, para los niños pequeños, tomar o echarse una siesta después de la escuela tiene el mismo efecto que dormir después de volver del trabajo. Además, les permite estimular su imaginación y deshacerse del estrés. No obstante, mantener activo a su hijo y garantizarle espacios de descanso lo alejará de la obesidad infantil, según explica dicho artículo.
5. El cansancio promueve los berrinches
No hay nada peor que su hijo sufra una crisis de llanto en medio del supermercado, simplemente porque no le compró el juguete que tanto quería. Bien, este tipo de comportamientos suele ser producto de la falta de sueño, según Livestrong.com.
Puede decirse que la habilidad de su hijo de interactuar con otros niños depende en gran parte de cuánto ha dormido, de acuerdo con el artículo. Este sugiere que los pequeños que están acostumbrados a dormir siestas son más propensos a tener berrinches si se saltean su hora de descanso.
