Las barritas energéticas y proteínicas constituyen un bocadillo rápido cuando está apurado. No obstante, más de una vez nos hemos preguntado — ¿qué tan saludables son? Un forma simple y eficaz de averiguarlo es echarle un vistazo a la lista de ingredientes y tratar de detectar sustitutos de azúcar, rellenos y emulsionantes; algunos de los principales culpables de desequilibrar por completo sus niveles de glucosa en sangre, de generar gases e indigestión y hasta de dejarlo con unos molestos kilitos de más.
Veamos cuáles son estos seis elementos dañinos que se esconden en sus productos energéticos favoritos…
1. Sucralosa
La sucralosa es un ingrediente muy común en las barras energéticas y proteínicas. ¡Abra bien los ojos! Incluso las más artificiales intentarán convencerlo de que no tienen calorías; no obstante, hacen que sus niveles de glucosa en sangre se eleven considerablemente y, debido al exceso de carbohidratos, los antojos de azúcar estarán satisfechos de inmediato.
Recuerde que la sucralosa puede aparecer bajo su nombre comercial, “Splenda.” Sepa que se ha logrado demostrar que este endulzante artificial provoca daños biológicos, como la disminución de bacterias saludables del intestino, el aumento de peso, el desequilibrio de la respuesta del organismo a la insulina y hasta el desarrollo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiacas, según un estudio de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, que fue publicado en la revista Journal of Toxicology and Environmental Health.
2. Jarabe de maíz alto en fructosa
El jarabe de maíz alto en fructosa o JMAF, por mucho tiempo ha estado vinculado con la resistencia a la insulina y el aumento de peso, precisamente con el incremento de grasa abdominal. Lamento decirle que la mayoría de las barras energéticas que se venden en las tiendas contiene JMAF.
Un grupo de investigadores del área de Psicología de la Universidad de Princeton, que se especializa en la neurociencia detrás del apetito, del peso y de la adicción al azúcar, asegura que en lugar de actuar como supresores del apetito (al comunicarle al cerebro que el estómago ya está satisfecho), este endulzante artificial hace que los ratones de laboratorio se dupliquen en tamaño — durante un experimento, su peso pasó a ser un 48% mayor que el de las ratas alimentadas de forma tradicional.
3. Jarabe de agave
Sólo porque el jarabe de agave se obtenga a partir de una planta (el agave azul) no significa que pueda consumir cuanto quiera sin que suceda nada. Esta variedad de azúcar altamente refinada está lejos de ser un endulzante natural. Con casi 60 calorías por cada cucharada sopera (le recuerdo que el azúcar blanco contiene 40 calorías en la misma porción), la American Diabetes Association aconseja limitar su consumo de la misma manera que con el azúcar de mesa.
De hecho, antes de incorporarse a las barras energéticas, este jarabe se procesa para que se incrementen los niveles de fructosa. Es por eso que estos bocadillos están asociados con todo tipo de enfermedades crónicas — como la enfermedad hepática grasa, la diabetes de tipo 2 y la obesidad. El alto contenido de fructosa puede impactar de forma negativa en la producción de leptina, una hormona que aplaca los antojos y genera saciedad (se encarga de comunicarle al cerebro que su estómago está satisfecho).
4. Polialcohol
Los polialcoholes son muy escurridizos; están en casi todos los productos procesados, como barras energéticas y proteínicas. ¿Por qué? Muy simple. Se debe al simple hecho de que no aparecen detallados como “alcohol de azúcar” en las etiquetas, sino con nombres como sorbitol, isomalt, xilitol, lactitol, manitol, hidrolizados hidrogenados de algodón (HSH, por sus siglas en inglés) y eritritol.
Si bien los polialcoholes contienen muchas menos calorías que el azúcar mismo, los expertos en diabetes de la Universidad de California en San Francisco advierten que consumirlos con frecuencia provoca molestias estomacales tales como flatulencias, diarrea, calambres e hinchazón por acumulación de gases.
5. Aislado de proteína de soja
Estos concentrados no son más que “basura a base de soja”, según la nutricionista neoyorquina Lauren Slayton. Esto significa que no todas las proteínas de soja son elaboradas de la misma manera. Si bien algunas son ricas en aminoácidos y en proteínas vegetales, la soja, en este caso, se aísla.
Esto hace que los aislados de proteína de soja se llenen de neurotoxinas (como aluminio y hexano) e inhibidores de tripsina, que se asocian con todo tipo de problemas digestivos — como gases, hinchazón y calambres abdominales. Como si esto fuera poco, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) estima que alrededor del 90% de la soja ha sido modificada genéticamente.
6. Inulina
Si sufre de gases, calambres estomacales y diarrea después de devorar una barra energética — es probable que sea por culpa de la fibra soluble agregada, la que se conoce como inulina. Si bien constituye un auxiliar digestivo en determinados productos naturales como alcachofas, bananas, espárragos y cebollas; cuando se usa como aditivo puede hacer desastres en su sistema digestivo.
La gran cantidad de inulina presente en su bocadillo proteínico se extrae de las raíces de achicoria a fines de elevar la masa fibrosa. La nutricionista Joanne Slavin, especialista en ciencias de los alimentos, de la Universidad de Minnesota, en Saint Paul, asegura que el exceso de inulina en productos procesados impacta de forma negativa en la función gastrointestinal.