Lo más probable es que sus padres y abuelos sólo hayan consumido leche de vaca pero hoy en día existen tantas otras alternativas—desde leche de almendras hasta leche de castañas— por lo que encontrar la más apropiada para usted y su familia es cada vez más fácil.
Por lo visto, la respuesta depende de cuáles sean sus objetivos nutricionales. Si le interesa reducir la cantidad de grasas que consume, algunas opciones serán más convenientes que otras mientras que para aquellos a los que les preocupan el azúcar y las calorías, el mercado tiene muchísimo para ofrecer…
1. Leche de castañas
La leche de castañas que se consigue en las tiendas es bastante parecida a la de almendras, una variedad un poco más popular. Comúnmente contiene unas 40 calorías y unos 3,5 gramos de grasa por taza. Además, suele estar fortificada o enriquecida con vitaminas D, B12 y A.
La principal desventaja, como ocurre con la leche de almendras, es que aporta muchas menos proteínas que la leche de soja o de vaca, por lo que no lo mantendrá satisfecho por mucho tiempo. Una de las alternativas es preparar leche de castañas en casa, aunque de esta manera podría incrementar considerablemente el porcentaje de calorías por porción.
2. Leche de coco
Hace un tiempo, la leche de coco era sólo un ingrediente para postres pero últimamente se ha vuelto una manera común y deliciosa de obtener grasas saludables y proteínas. Este producto suele ser bajo en calorías y tiene un sabor único que los amantes del coco adoran.
Sin embargo, puede no ser la opción más apropiada para sus necesidades, ya que contiene más grasas que otros tipos de leche, con un promedio de cinco gramos por taza. Además, aporta muchísima azúcar, a menos que opte por una alternativa no endulzada. Por último, no suele contener proteínas, lo que hace que los temidos antojos de comida regresen antes de lo esperado.
3. Leche de cabra
La leche de cabra es uno de los sustitutos más comunes para la leche de vaca y, uno de sus derivados, el queso de cabra, es uno de los preferidos del público. Pero…¿acaso son la mejor alternativa? Podemos decir que la leche de cabra tiene una gran ventaja sobre todas las demás: es muy rica en proteínas, con un total de 8,5 gramos por taza.
Por desgracia, este producto también contiene muchísimas grasas saturadas— casi tantas como la leche entera. Sin embargo, está repleta de nutrientes maravillosos, como magnesio, potasio y vitaminas A y C. Como si esto fuera poco, muchas leches de cabra están fortificadas o enriquecidas con vitamina D.
4. Leche de cáñamo
No, no necesita un permiso médico para comprar o consumir legalmente este tipo de leche, que se elabora a base de semillas de cáñamo. Este producto un tanto exótico de leche es muy rico en ácidos grasos omega 3, que promueven la salud cardiaca y permiten que el cerebro funcione de manera efectiva. Además, aporta más hierro que la leche de vaca.
Su principal desventaja es que, al ser baja en proteínas, no lo mantendrá satisfecho por mucho tiempo. Lo ideal es optar por una variedad de leche de cáñamo no endulzada y fortificada con calcio y vitaminas A y D.
5. Leche de almendras
La leche de almendras se ha vuelto muy popular en estos últimos años por muy buenas razones— no contiene lactosa y aporta más vitamina E que la leche de vaca. Además, se puede conseguir de diversos sabores y con más o menos contenido de grasas. Por otro lado, es muy liviana, ya que una taza de leche de almendras sin azúcar contiene apenas 30 calorías.
Sin embargo, al igual que la leche de castañas, casi no contiene proteínas en comparación, por ejemplo, con la de cabra. Si desea cuidar su figura, busque variedades no endulzadas y bajas en grasa.
6. Leche de vaca
No se confunda, el clásico de todos los tiempos tiene lo suyo. La leche de vaca es rica en proteínas y contiene calcio, vitamina D y fósforo. Al estar enriquecida con tantas proteínas le permite aplacar el apetito por periodos prolongados.
Las desventajas dependen de la variedad que elija— descremada, uno por ciento, dos por ciento o entera. La descremada no aporta grasas mientras que la entera está repleta de grasas saturadas, con un promedio de ocho gramos por taza.
7. Leche de soja
La leche de soja fue la primera alternativa de origen vegetal en conquistar los mercados. Hoy en día es extremadamente popular, en especial entre aquellas personas que no pueden consumir leche de vaca por problemas con la lactosa (por si no lo sabía, al menos uno de cada cuatro estadounidenses no tolera la lactosa). Este producto es bajo en grasas, rico en proteínas y, muchas veces, viene fortificado o enriquecido con vitaminas A, B y B12.
En términos generales, la leche de soja presenta pocas desventajas, aunque es muy importante buscar variedades que no contengan porcentajes excesivos de azúcar agregado.
8. Leche de linaza
Las semillas de linaza son fuentes naturales de fibra y ácidos grasos omega 3, que promueven la salud y el funcionamiento apropiado del cerebro y el corazón. La leche de linaza ofrece prácticamente los mismos beneficios y generalmente es baja en grasas y calorías. Además, aporta muchísimas proteínas, por lo que aplaca el apetito por periodos considerables.
Los problemas aparecen a la hora de elegir la leche de linaza apropiada. En lo posible, trate de evitar las variedades que contengan azúcar agregado.