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Diez tratamientos para el cáncer de próstata

8 min read

By ActiveBeat Español

Noviembre es el mes de la lucha contra el cáncer de próstata y el momento ideal para que los hombres se realicen un examen de tacto rectal (DRE, por sus siglas en inglés) o una prueba de sangre del antígeno prostático específico (PSA) para verificar el estado de salud de sus próstatas. Al palpar el recto es posible detectar cualquier anormalidad en la glándula. Por lo general, la American Cancer Society (ACS) recomienda que los individuos comiencen a hacerse este tipo de controles a partir de los 50 años, aunque aquellos que tengan descendencia afroamericana o antecedentes familiares de la enfermedad deberían tomar medidas de precaución a partir de los 40 o 45 años de edad. Según la ACS, el cáncer de próstata es uno de los más frecuentes entre los hombres estadounidenses y el 60% de los casos se da en adultos mayores de 65 años.

A continuación, le presentamos las diez opciones de tratamiento más comunes…

1. Espera en observación

El método de espera en observación se basa en la premisa de que algunos hombres no se benefician con los tratamientos agresivos para el cáncer de próstata. Esta opción suele iniciarse inmediatamente después de que el paciente recibe el diagnóstico. Las personas que opten por la espera en observación se realizarán controles menos invasivos, lo que se traduce en menos citas con el médico, al igual que pruebas como DRE y PSA y ultrasonidos de próstata con o sin biopsia menos frecuentes.

Quienes eligen este tratamiento suelen tener cáncer localizado o de bajo riesgo y sus expectativas de vida no superan los 10 años. En otras palabras, el cáncer de próstata se ha encapsulado en la glándula y es probable que estos hombres mueran por otras complicaciones de salud antes que por el cáncer de próstata. En la mayoría de los casos, este tipo de cáncer avanza lentamente. Si bien los pacientes que optan por la observación pasan por alto ciertas medidas curativas, reciben tratamientos que apuntan a aliviar los síntomas vinculados con el desarrollo o expansión de la enfermedad (metástasis).

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2. Vigilancia activa

La vigilancia activa consiste en realizarse controles regulares (por lo general, cada 6 o 12 meses, a menos que el médico indique lo contrario). Este tratamiento es recomendable en casos en los que el paciente no experimenta ningún síntoma del cáncer de próstata, que la enfermedad avanza lentamente o que el cáncer se ha encapsulado en la glándula. Sin embargo, si el cuadro empeora, se suele recurrir a los tratamientos curativos.

Este método tiene dos objetivos: el primero, brindarles una solución a pacientes con cáncer localizado que pueda llegar a avanzar y, segundo, reducir los riesgos de sufrir complicaciones asociadas con los tratamientos en hombres cuyo cuadro no tenga riesgos de empeorar. La vigilancia activa suele iniciarse si los niveles de PSA se elevan o si el individuo presenta cambios en los DRE, ultrasonidos o biopsias. Suele combinarse con cirugía o radioterapia.

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3. Prostatectomía radical

La prostatectomía radical es un procedimiento quirúrgico que consiste en quitar completamente la próstata, de los tejidos circundantes y de varios nódulos linfáticos. Suele ser de carácter curativo cuando el cáncer no se ha expandido fuera de la próstata. El procedimiento puede realizarse por medio de diversas técnicas. El método abierto consiste en remover la próstata y los tejidos circundantes por medio de una sola incisión más extensa, aunque ya no es tan común hoy en día. Puede ser retropúbica (la incisión se hace en el abdomen y la próstata se remueve por detrás del hueso púbico) o perineal (el corte se hace en el espacio entre el escroto y el ano).

La técnica más común en la actualidad es la laparoscópica (la cirugía se realiza por medio de varias incisiones pequeñas en el abdomen que se hacen con instrumentos especiales). De hecho, algunos médicos llevan a cabo las prostatectomías radicales laparoscópicas con ayuda de un dispositivo robótico conocido como el sistema quirúrgico Da Vinci. La cirugía puede o no preservar la función nerviosa, por lo que, en el primer caso, se conserva la función eréctil. El efecto adverso más común de la prostatectomía son la incontinencia urinaria y la disfunción eréctil.

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4. Radioterapia

La radioterapia utiliza partículas de alta energía (protones y rayos X) para destruir las células cancerígenas. Existen dos tipos de radioterapia: la de rayo externo y la braquiterapia (radioterapia interna). En el primer caso, los rayos se proyectan en la próstata desde una máquina que se encuentra fuera del organismo. Puede usarse como método curativo para el cáncer de próstata localizado o para el alivio sintomático del dolor vinculado con la metástasis (expansión) del cáncer a otras zonas del cuerpo. El tratamiento suele llevarse a cabo 5 días a la semana por un total de entre 7 y 9 semanas.

La braquiterapia también se conoce como implantación de semillas. Esta consiste en la colocación de pequeños gránulos radiactivos (“semillas”) directamente en la próstata del paciente. Los ultrasonidos y las resonancias magnéticas facilitan la colocación de dichos gránulos. Este método es recomendable para aquellos casos en los que el cáncer se haya encapsulado en la próstata. Entre los efectos adversos se incluyen micción frecuente, dolor en el recto, diarrea y disfunción eréctil.

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5. Terapia hormonal

La terapia hormonal o de bloqueo androgénico bloquea la producción de andrógenos, la hormona masculina. Los principales andrógenos son la testosterona y la dihidrotestosterona. Los andrógenos, en especial la testosterona, fomentan el crecimiento de células cancerígenas en la próstata. Este método consiste en el uso de medicamentos que reduzcan los niveles de andrógenos en el organismo o que eviten que los andrógenos afecten las células cancerígenas. La orquiectomía, o la remoción de los testículos, también apunta a reducir los niveles de andrógenos en el cuerpo.

Este tipo de tratamiento es muy efectivo en pacientes con cáncer de próstata en etapa avanzada, ya que ayuda a reducir el tamaño de tumores y bloquea su crecimiento. Además, en estos casos no siempre se puede recurrir a cirugías o radioterapia. Entre los efectos adversos se incluyen sofocos, reducción del deseo sexual, pérdida de la densidad ósea, aumento de peso y disfunción eréctil.

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6. Quimioterapia

La quimioterapia utiliza químicos poderosos para destruir las células cancerígenas. Estos se inyectan en una vena o se administran por vía oral en comprimidos. Los fármacos ingresan en el torrente sanguíneo y evitan la reproducción de las células dañinas, lo que previene el crecimiento y la proliferación de tumores malignos. Este método se aplica en ciclos y a cada periodo de tratamiento le sigue una etapa de descanso para permitir la recuperación del paciente.

Este tipo de tratamiento sólo es recomendable para aquellos casos en los que el cáncer de próstata se haya expandido a otros órganos del cuerpo (metástasis) o cuando un individuo no responde correctamente a las terapias hormonales. Existen muy pocas probabilidades de que la quimioterapia cure el cáncer de próstata. Además, es un procedimiento muy invasivo para el cuerpo y entre los efectos adversos se incluyen pérdida de cabello, llagas bucales, náuseas, vómitos, diarrea, pérdida de apetito, fatiga, propensión a sufrir hematomas y hemorragias y mayores probabilidades de desarrollar infecciones.

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7. Criocirugía

La criocirugía, también conocida como crioterapia o crioablación, es un procedimiento en el que se utilizan temperaturas extremadamente bajas para congelar y destruir las células cancerígenas dentro de la próstata. El ultrasonido se usa como guía para colocar diversas agujas huecas por medio de las que se inyecta un líquido gélido (nitrógeno o gas argón) dentro de la glándula. De esta manera, la temperatura extremadamente baja se encarga de destruir las células dañinas.

Por lo general, este no suele ser el tratamiento inicial para el cáncer de próstata. En la mayoría de los casos, es una opción para pacientes con cáncer de próstata en etapa inicial o que no responden correctamente a la radioterapia. La criocirugía es menos invasiva que la prostatectomía radical y entre sus ventajas se incluyen menos pérdida de sangre, menor permanencia en el hospital, mejor recuperación en menos tiempo y menos hinchazón y dolor. Algunos efectos adversos son la presencia de sangre en la orina (hematuria), inflamación del pene o el escroto, micción frecuente, incontinencia urinaria y disfunción eréctil.

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8. Tratamiento con vacunas

La terapia con vacunas, también conocida como terapia biológica o inmunoterapia, consiste en destruir las células cancerígenas de la próstata con ayuda del sistema inmunológico. Los glóbulos blancos, que se encargan de luchar contra las infecciones y son los principales componentes del sistema inmunológico, se extraen del paciente mientras este está conectado a una máquina especial. Los glóbulos blancos extraídos se envían a un laboratorio y se exponen a proteínas en las células cancerígenas de la próstata. Esas mismas células se reincorporan al organismo del paciente por medio de una infusión intravenosa.

Cada vacuna se elabora en base a la situación de cada paciente. Por lo general, el tratamiento consta de tres dosis y cada una se aplica cada dos semanas. Ese no es un método curativo y suele recomendarse a pacientes con casos avanzados de cáncer de próstata que no hayan respondido bien a las terapias hormonales. Entre los efectos adversos se incluyen fiebre, escalofríos, fatiga, náuseas, dolor de cabeza y molestias articulares y en la zona de la espalda. Estas complicaciones son temporales y suelen desaparecer al cabo de unos días.

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9. Terapia con biofosfonato

Los biofosfonatos son fármacos que previenen la pérdida de la densidad ósea. Los huesos son una de las zonas típicas donde el cáncer de próstata hace metástasis. Un estudio llevado a cabo por la Facultad de Medicina en la Universidad de Washington estima que alrededor del 80% de los casos de cáncer de próstata se extiende a los huesos. Cuando esto ocurre, aparecen ciertas complicaciones como dolor, compresión en la médula espinal y fracturas. La terapia con biofosfonatos facilita la prevención de este tipo de problemas.

Este método inhibe la acción de los osteoclastos (células que destruyen los huesos). Los biofosfonatos se inyectan en las venas una vez cada tres o cuatro semanas. También se recomienda que los pacientes tomen suplementos de calcio y vitamina D. Los efectos adversos más comunes de este tratamiento son síntomas parecidos a los de la gripe y dolor óseo y articular. En casos más extremos, los individuos experimentan osteonecrosis mandibular (el hueso no recibe sangre y, por ende, muere)-

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10. Ultrasonido focalizado de alta intensidad

El ultrasonido focalizado de alta intensidad es un procedimiento novedoso para el cáncer de próstata. En lugar de usar temperaturas extremadamente bajas como en la criocirugía, este método destruye las células cancerígenas con calor a través de ondas ultrasónicas de alta intensidad. Durante el procedimiento, el médico introduce una sonda en el recto que envía ondas de ultrasonido de alta intensidad a la zona afectada de la próstata. Estas ondas elevan la temperatura de los tejidos y destruyen las células cancerígenas dentro de la glándula.

En los Estados Unidos, este método continúa siendo evaluado y aún no ha sido aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) para tratar el cáncer de próstata. No obstante, ha estado disponible desde 1993 en Europa, Canadá y México. Suele ser muy efectivo en pacientes que no han respondido bien a la radioterapia o que han vuelto a desarrollar cáncer después de la cirugía de remoción de próstata. El efecto adverso más común es la incontinencia urinaria, las infecciones del tracto urinario y la disfunción eréctil.

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