Si estudió Historia en la secundaria o en la universidad, es probable que la palabra “tuberculosis” le resulte conocida. Se trata de una enfermedad mortal que arrasó con gran parte de la población europea y norteamericana durante el siglo XIX. Los síntomas incluían fiebre, sudoración nocturna y tos dolorosa, además de que el pronóstico para los pacientes no era el más alentador. Por desgracia, muchos de ellos morían al poco tiempo, ya que los grupos más afectados eran las personas de bajos recursos y los jóvenes.
Como las causas exactas de la tuberculosis fueron descubiertas en la década de 1880, el número de infecciones se redujo sustancialmente a partir de entonces. De todos modos, esto no significa que la afección haya desaparecido para siempre. De hecho, sigue teniendo un impacto notable en diversas partes del mundo. Entonces, ¿qué deberíamos saber acerca de esta terrible enfermedad?
1. Puede ser portador sin sentirse enfermo
Los síntomas de la tuberculosis incluyen fiebre alta, sudoración constante y tos severa, pero no necesita experimentar ninguno de ellos para ser portador o contagiar la enfermedad. Lo único que debe hacer para diseminarla es toser, estornudar o escupir. Con cualquiera de ellos, expulsará gotas microscópicas de fluido que contienen la bacteria.
Los resultados son devastadores. Un individuo con tuberculosis–sea o no consciente de que la padece– puede enfermar a un promedio de 10-15 personas sin siquiera darse cuenta. En algunos casos, los síntomas de la tuberculosis no se manifiestan hasta que el paciente llega a una fase avanzada de la enfermedad.
2. No sólo afecta a países del tercer mundo
Es cierto que, en estos días, la mayoría de los casos de tuberculosis se da en el tercer mundo. Esto se debe a que muchos niños de países como Canadá, Gran Bretaña y los Estados Unidos tienen acceso a vacunas y tratamientos contra la afección.
Sin embargo, se estima que alrededor del 5% (o uno de cada 20) pacientes con tuberculosis habita en países del primer mundo. De hecho, allá por 2013 se registraron alrededor de 10.000 casos de tuberculosis sólo en los Estados Unidos.
3. Realizarse análisis es clave
El primer paso para combatir la tuberculosis es aceptar que es portador o que ha estado en contacto con alguien que la padece. Es importante intentar detectar los síntomas, que incluyen fiebre alta prolongada, escalofríos, sudoración, dolor en el pecho, fatiga y pérdida de peso, en las personas con las que está en contacto regularmente.
Un chequeo médico también lo ayudará a determinar si tiene o no la infección. Los análisis de sangre para detectar la tuberculosis implican colocar una pequeña muestra de tuberculina bajo la piel para evaluar si hay una reacción posterior. Este procedimiento es muy simple e indoloro y puede salvar muchas vidas.
4. Los antibióticos a veces son un problema
En la actualidad, muchos médicos se niegan a recetar fármacos para casos moderados de gripe, bronquitis o infecciones pulmonares y nasales. Esto se debe a que el uso excesivo de antibióticos provoca mayor resistencia a ellos– en otras palabras, dejan de ser tan efectivos como antes.
Esto es muy común en los tratamientos para la tuberculosis. En 2013, alrededor de medio millón de personas demostró haber desarrollado resistencias severas a los medicamentos diseñados para tratar la afección. Se cree que el consumo prolongado y frecuente de antibióticos jugó un papel clave en esta tendencia.
5. La tuberculosis es más antigua de lo que cree
A pesar de que los historiadores advierten que el auge de la enfermedad en Europa y Norteamérica fue durante el siglo XIX, pocos saben que ha existido durante miles de años.
De hecho, los arqueólogos descubrieron que la tuberculosis afectó a los antiguos egipcios unos 6.000 años atrás– lo que significa que los faraones y sus familias pudieron haber muerto de tuberculosis. Otras evidencias dan fe de la existencia de un tipo distinto de tuberculosis en África hace más de 20.000 años atrás.
6. La tuberculosis también se conoce como “tisis”
Si alguna vez leyó acerca de la tuberculosis en los libros de Historia, es probable que haya aparecido bajo el nombre de “tisis”. La razón es muy simple: los pacientes literalmente eran consumidos por un enemigo invisible.
La palabra tisis deriva del griego y significa “marchitarse” o “consumirse”. Este término fue utilizado por primera vez por los griegos unos 400 años antes del nacimiento de Cristo.
7. Los pacientes solían recibir tratamiento en sanitarios
¿Alguna vez se preguntó cómo las personas trataban de ayudar a los pacientes con tuberculosis en el siglo XIX? Hasta las décadas de 1880 y 1890, los científicos y médicos conocían muy poco acerca de la enfermedad.
Con tan poco aval científico en sus haberes, los profesionales de la salud suponían que el aire fresco, una dieta equilibrada, varias horas de reposo y exposición frecuente a los rayos del sol permitiría controlar la enfermedad. Los sanitarios se establecían en áreas tranquilas y pacíficas donde todos estos tratamientos estaban a disposición del individuo afectado. Muchas personas eran enviadas a los sanitarios con la esperanza de que el contacto con la naturaleza y la buena alimentación pudiesen curar una enfermedad mortal. Por desgracia, muchos estaban equivocados.
8. Avances en la tecnología gracias a la tuberculosis
¿Alguna vez se preguntó de dónde surgió el estetoscopio? ¿Qué tal los rayos X? Curiosamente, ambos fueron inventados por profesionales especializados en la tuberculosis. El estetoscopio fue inventado en 1816 por René Laënnec, un médico francés que encontró la manera de evaluar el funcionamiento de los pulmones y el corazón por medio de la audición.
Por desgracia, la tuberculosis acabó con la vida de Laënnec cuando apenas tenía 45 años de edad. Unos 80 años después, Wilhelm Röntgen utilizó los rayos X para diagnosticar y controlar el avance de la enfermedad. Algunos años más tarde, gracias a su descubrimiento, ganó el Premio Nobel de la Paz.