Según los resultados de la Encuesta Nacional sobre Atención Médica Ambulatoria, el dolor abdominal es el motivo del 1,5% de las visitas al consultorio médico. De acuerdo con una investigación llevada a cabo por la Facultad de Medicina de la Universidad de Connecticut, el 5% de los pacientes llega a la sala de emergencias por este tipo de molestias y de ellos, aproximadamente, un 10% termina en el quirófano.
A continuación, le presentamos las diez causas principales…
1. Apendicitis
En términos generales, la apendicitis es la inflamación del apéndice, el saco con forma alargada que sobresale del intestino grueso, cerca del punto donde éste se une al intestino delgado. Aún no se ha logrado descifrar cuál es su función específica pero los síntomas más comunes asociados con su malfuncionamiento son fiebre elevada, náuseas, vómitos y falta de apetito (anorexia). La solución para este tipo de inconvenientes suele ser la apendicectomía o extracción del órgano.
Si la cirugía no se realiza a tiempo, el apéndice puede explotar y trasladar así la infección al resto del abdomen (lo que se conoce como peritonitis). Una investigación realizada en Finlandia y publicada en la revista Journal of the American Medical Association descubrió que el tratamiento con antibióticos de la apendicitis es casi tan efectivo como el procedimiento quirúrgico.
2. Enfermedad pélvica inflamatoria (EPI)
La enfermedad pélvica inflamatoria (EPI) es producto de una infección en el sector superior del aparato reproductor femenino. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos estiman que afecta a 1,5 millones de mujeres al año. La causa más común de la EPI son la clamidia y la gonorrea, ambas enfermedades de transmisión sexual (ETS). Entre los síntomas típicos se incluyen secreción vaginal o sangrado, fiebre, vómitos, dolor de espalda y molestias durante el coito (dispareunia).
En el caso de algunas mujeres los signos son leves y hasta imperceptibles. El tratamiento consiste en el suministro de antibióticos por vía oral o intravenosa, según el estado de cada paciente. En algunas circunstancias, el cuadro puede complicarse y resultar en dolor pélvico crónico, infertilidad y hasta en un embarazo ectópico.
3. Cáncer de colon
El cáncer de colon se desarrolla en el intestino grueso. En muchos casos inicia con la presencia de pólipos, que son protuberancias en las paredes del intestino o el colon. Existen distintos tipos, pero los más comunes son los pólipos adenomatosos y son considerados pre-cancerosos. Entre los síntomas típicos del cáncer en esta parte del cuerpo se incluyen cambios en los hábitos de evacuación intestinal (ya sea diarrea o constipación) o en el ancho de las heces (adoptan un aspecto similares al de un lápiz), hemorragias, fatiga y pérdida brusca de peso.
Lo ideal es que a partir de los 50 años comience a realizarse exámenes preventivos, como análisis de sangre oculta en las heces, enemas de bario, sigmoidoscopías flexible y colonoscopías. Este último es el método más efectivo, ya que todo el colon es analizado y, en el caso de que haya pólipos, también son removidos.
4. Cálculos renales
Los cálculos renales, o lo que se conoce como nefrolitiasis, son formaciones minerales sólidas en el interior del riñón que aparecen a partir de la presencia de determinadas sustancias en la orina. Los cálculos pueden ser de oxalato de calcio, fosfato de calcio, ácido úrico, estruvita y cistina. Los síntomas incluyen hematuria (sangre en la orina), disuria (expulsión dolorosa de la orina), náuseas, vómitos y ganas constantes de orinar.
Los cálculos suelen diagnosticarse por medio de tomografías computarizadas (CT) del abdomen. Algunos son lo suficientemente pequeños como para eliminarse por medio de la orina, por lo que su médico le sugerirá que beba grandes cantidades de agua y le recetará analgésicos. A algunos pacientes se les pide que recolecten las piedras para que sean analizadas. En el caso de las formaciones de gran tamaño, los afectados deben someterse a un procedimiento médico llamado litotricia.
5. Hernia inguinal
Las hernias inguinales ocurren cuando una porción del intestino delgado se introduce en el canal inguinal. Las más comunes son las unilaterales y las bilaterales. Los hombres son mucho más propensos que las mujeres a sufrir este tipo de molestias. Entre los síntomas típicos se encuentran la aparición de protuberancias en la zona baja del abdomen y el dolor ocasional de testículos. Estos bultos se hacen más evidentes cuando la persona está parada, al estirarse o al toser.
Para diagnosticar una hernia inguinal deberá realizarse un examen físico. En cuanto a los tratamientos disponibles, los más comunes son la cirugía tradicional y la laparoscópica (de mínima invasión). Las hernias deben ser extraídas para evitar complicaciones de salud futuras.
6. Diverticulitis
La diverticulitis es la inflamación de una o varias de las pequeñas bolsas que se forman sobre la pared interna del intestino (divertículos). A medida que envejecemos, las paredes del colon se debilitan y esto favorece la formación de sacos. Los síntomas de este tipo de molestia incluyen dolor abdominal, fiebre, náuseas, vómito, falta de apetito (anorexia) y cambios en los hábitos de evacuación intestinal (constipación o diarrea).
Los casos más leves pueden tratarse por medio de una dieta a base de líquidos junto con antibióticos. La hospitalización ocurre en casos más severos, a fines de aplacar los dolores y aliviar las molestias y se complementa con el suministro de antibióticos intravenosos. La formación de abscesos y las hemorragias son algunas de las complicaciones más importantes del cuadro. En el peor de los casos, la parte afectada del colon es removida por medio de un procedimiento quirúrgico.
7. Embarazo ectópico
Un embarazo ectópico o extrauterino ocurre cuando un óvulo fecundado se implanta fuera del útero. Por lo general, sucede en alguna de las trompas de Falopio, aunque también puede darse en la cavidad abdominal, en los ovarios o en el cuello uterino.
Este tipo de complicaciones debe tratarse de inmediato, ya que el crecimiento desmedido del tejido puede destruir las paredes de las trompas de Falopio y provocar la pérdida excesiva de sangre durante el parto. Un síntoma común del embarazo ectópico son las hemorragias vaginales. Una ecografía pélvica es suficiente para confirmar el diagnóstico. La paciente deberá ser sometida a una cirugía a fines de remover el tejido ectópico y evitar problemas más graves que pongan en riesgo su vida en el futuro.
8. Enfermedad inflamatoria intestinal
La enfermedad inflamatoria intestinal implica la inflamación crónica parcial o total del tracto digestivo. Existen dos tipos de inflamación intestinal; la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Los síntomas de esta enfermedad incluyen diarrea, fiebre, presencia de sangre en las heces, falta de apetito y pérdida repentina de peso. El origen preciso del problema se desconoce y el diagnóstico se obtiene por medio de la realización de una biopsia posterior a la colonoscopía.
Como no existe una cura definitiva, el tratamiento apunta a reducir la inflamación local. Este se basa en el suministro de sulfasalazina y corticoesteroides. En casos más severos, la extracción de las partes afectadas del colon (colectomía) es necesaria. Entre las complicaciones de salud se encuentran las obstrucciones intestinales, las úlceras y las fístulas (la conexión anormal entre órganos del cuerpo).
9. Endometriosis
La endometriosis consiste en la aparición y crecimiento de tejido endometrial fuera del útero y puede ocurrir en los ovarios, en las trompas de Falopio o en los intestinos. Las causas exactas de la afección se desconocen. Entre los síntomas más comunes se incluyen la menstruación abundante (menorragia) y la infertilidad. La enfermedad se diagnostica por medio de una laparoscopía, un tipo de examinación visual de la cavidad pélvica. Se trata de un procedimiento quirúrgico que implica la inserción de una videocámara diminuta (laparoscopio) por medio de una pequeña incisión en el abdomen.
La enfermedad no tiene cura pero el tratamiento apunta a aliviar las molestias. Este incluye el suministro de analgésicos complementado con terapias hormonales. En casos más severos, la extirpación del útero (histerectomía) y de los ovarios (ooforectomía) son necesarias.
10. Aneurisma de aorta abdominal
Un aneurisma aórtico abdominal (AAA) ocurre cuando el vaso sanguíneo más grande (aorta) que riega el abdomen, la pelvis y las piernas se agranda o se ensancha de forma anormal. La causa exacta de esta complicación se desconoce. Los factores de riesgo incluyen tabaquismo e hipertensión. Los más afectados suelen ser los hombres y los signos no son evidentes hasta que la ruptura del vaso sanguíneo ocurre. Mareos, náuseas, vómitos, síncopes (desmayos), taquicardias y conmoción son algunos de los síntomas típicos.
Por desgracia, la tasa de mortalidad por AAA ronda el 90%. En algunos casos, los estudios de imagen permiten hacer un seguimiento del estado en el que se encuentra la aorta. Un aneurisma aórtico de menos de 5,5 centímetros puede ser reparado.