Las dificultades para respirar, o lo que en términos médicos se denomina disnea, es una molestia común en muchos pacientes. Puede tratarse de un problema agudo o crónico. Cada individuo describe las molestias al respirar de diversas maneras entre las que se incluyen presión en el pecho o la sensación de estar sofocado. Muchas de las causas de esta complicación son inofensivas— como exceso de actividad física vigorosa, altitud, temperaturas extremas y falta de estado físico. A excepción de los ejemplos anteriores, las molestias para respirar no deberían pasarse por alto y deberían ser analizadas por un profesional.
A continuación, le mostramos las causas más comunes…
1. Neumonía
La neumonía representa una infección en los pulmones provocada por ciertos microorganismos como bacterias, virus y hongos. Su impacto en los seres humanos puede ser moderado aunque, en algunos casos, pone en riesgo la vida del paciente. Por lo general, suele ser más riesgosa en edades extremas, como en niños menores de 2 años o en adultos mayores de 65 años. También tiende a ser devastadora en individuos con problemas preexistentes de salud o con deficiencias en el sistema inmunológico. Los fumadores y quienes consumen bebidas alcohólicas en exceso también corren riesgos.
Entre los síntomas de la neumonía se detallan tos, fiebre, dificultades para respirar, fatiga, dolor en el pecho, náuseas, vómitos y diarrea. El diagnóstico se lleva a cabo con una placa de rayos X del tórax. El agente causante puede determinarse por medio de un análisis de sangre o de mucosidad. La afección puede afectar una parte del pulmón (neumonía lobar) o trasladarse a todo el órgano (bronconeumonía). Las complicaciones pueden incluir abscesos en los pulmones, presencia de bacterias en la sangre o acumulación de fluidos en el sistema respiratorio.
2. Asma
El asma es una enfermedad pulmonar crónica que se caracteriza por la inflamación y la obstrucción intermitente de las vías respiratorias. Esto favorece la producción excesiva de mucosidad. La contracción de los músculos que rodean las vías respiratorias genera una brococonstricción o el estrechamiento de las vías respiratorias. Ambos mecanismos resultan en la reducción del flujo de aire hacia los pulmones. Según su gravedad, el asma se clasifica en intermitente, leve persistente, moderada persistente y severa persistente. Los individuos en cualquiera de estas categorías experimentan brotes que van de leves a severos.
Entre los síntomas de la afección se incluyen tos, estornudos, dificultades para respirar y presión en el pecho. El diagnóstico será establecido mediante pruebas para medir la función pulmonar. Dichas pruebas se realizan antes y después de administrarles medicamentos a los pacientes para liberar las vías respiratorias (broncodilatador). No existe una cura para el asma pero puede controlarse con éxito con fármacos. A muchos individuos con la enfermedad se les receta algunos medicamentos para alivio inmediato y otros para controlar las molestias a largo plazo.
3. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica
La enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) es una afección progresiva que dificulta que el aire entre y salga de los pulmones. El término progresivo se refiere a la aparición gradual de los síntomas que tienden a empeorar con el paso del tiempo. La principal causa de la enfermedad es el tabaquismo. La enfermedad comprende dos diagnósticos— enfisema y bronquitis crónica. Muchos individuos presentan síntomas de ambos por lo que el término general EPOC se utiliza para referirse al cuadro. Los brotes de EPOC pueden ser ocasionales o frecuentes.
Entre los síntomas se incluyen tos con grandes cantidades de mucosidad, opresión en el pecho, dificultades para respirar, jadeos, fatiga y pérdida de peso. La enfermedad puede ser diagnosticada mediante pruebas de la función pulmonar, placas de rayos X o una gasometría arterial. No existe una cura específica pero los síntomas pueden controlarse de forma efectiva al dejar de fumar y con medicamentos. Los individuos en etapas severas de la afección pueden necesitar ser intervenidos quirúrgicamente para reducir el volumen pulmonar o someterse a un trasplante de pulmón.
4. Cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón consiste en el crecimiento anormal de las células del tejido de los pulmones. Es el cáncer que más muertes provoca en los Estados Unidos y la mayoría de los casos son provocados por el tabaquismo. Existen dos tipos de cáncer de pulmón: el de células pequeñas y el de células grandes. La mayoría de los casos (el 85%) es del primer tipo e incluye adenocarcinoma, adenocarcinoma de células escamosas y carcinoma de células grandes. El adenocarcinoma es la forma más común de cáncer de pulmón.
Algunos de los síntomas de la enfermedad son dificultades para respirar, tos persistente, jadeos, dolor en el pecho, ronquera, tos con sangre, dolor de huesos y pérdida de peso. El diagnóstico puede realizarse con estudios radiológicos (placas torácicas, tomografías computadas) y al obtener muestras del tejido por medio de una broncoscopia (utilizando un tubo con luz que se introduce por la garganta hasta llegar a los pulmones). El tratamiento consiste en una o más opciones, como cirugías, quimioterapia o terapia con radiación.
5. Neumotórax
El neumotórax se refiere a la presencia anormal de aire en el espacio entre los pulmones y la caja torácica. La enfermedad causa el colapso parcial o completo del pulmón y puede ser provocada por una lesión (punzante o penetrante), ruptura de pústulas (ampollas de aire), enfermedades pulmonares o ventilación mecánica (el paciente necesita ayuda para respirar). Los individuos que fuman cigarrillos, aquellos a los que se les ha diagnosticado la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y los que padecen síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) tienen mayores riesgos de padecer neumotórax.
Los síntomas incluyen dificultades para respirar, sudoración excesiva y dolor repentino en el pecho. El diagnóstico se realiza mediante placas de rayos X o con tomografías computadas. El tratamiento consiste en la observación, en la inserción de un tubo en el pecho para remover el aire o en una cirugía para sellar la fuga de aire. Los individuos con neumotórax deberían evitar viajar en avión o practicar buceo de aguas profundas hasta que se solucione por completo su cuadro. Otra medida de prevención es dejar de fumar.
6. Embolia pulmonar
Una embolia pulmonar se define como la presencia de un coágulo de sangre en los pulmones. Este causa el bloqueo de una de las arterias que se conecta con los tejidos de los pulmones. La causa principal de la afección es la trombosis venosa profunda, que consiste en el desarrollo de coágulos sanguíneos en las extremidades bajas. Los factores de riesgo de desarrollar trombosis venosa profunda y embolia pulmonar incluyen cáncer, cirugías de alto riesgo, fracturas en la cadera o las piernas, obesidad e inmovilidad prolongada.
Los síntomas incluyen dificultades para respirar, ansiedad, dolor en el pecho, piel fría y húmeda, tos con sangre e inflamación en las pantorrillas. Las embolias pulmonares pueden poner en riesgo la vida del paciente y son consideradas una emergencia médica. El diagnóstico suele ser complicado e incluye una serie de análisis de sangre, placas torácicas, tomografías computadas y angiografías pulmonares (procedimiento en el que se inyecta un colorante especial en las arterias de los pulmones). Los tratamientos consisten en el uso de anticoagulantes para prevenir el desarrollo de coágulos en el futuro mientras que el organismo disipa el coágulo inicial.
7. Anemia
La anemia se define como la disminución anormal del conteo de glóbulos rojos en la sangre. Los sangrados, el exceso de producción o el aumento de la destrucción de los mismos pueden provocarla. La función de los glóbulos rojos es transportar oxígeno a las demás células y tejidos corporales. La anemia puede ser leve o severa y su duración puede ser temporal o prolongada. La deficiencia de hierro es el tipo más común.
Entre los síntomas se incluyen dificultades para respirar, fatiga, mareos, palidez y dolor en el pecho. Algunos individuos con anemia sienten antojos inusuales de comer hielo, suciedad o arcilla, lo que se conoce como pica. La afección puede detectarse por medio de análisis de sangre simples. Las causas son diversas pero entre las más importantes se encuentran hemorragias, malnutrición, deficiencia de hierro, problemas en los riñones y trastornos genéticos. Cada causa requiere un tratamiento específico. Por lo general, es un problema fácil de tratar pero si se pasa por alto puede tener consecuencias fatales.
8. Insuficiencia cardiaca congestiva
La insuficiencia cardiaca congestiva (ICC) se refiere a la incapacidad del corazón para bombear la cantidad suficiente de sangre para que el organismo funcione correctamente. Puede ser aguda (temporal) o crónica (permanente). La causa más común de la ICC es la enfermedad arterial coronaria, que es causada por el estrechamiento y el endurecimiento de las arterias que suministran sangre a los músculos. Otros factores de riesgo son los infartos, la presión arterial elevada, los daños en las válvulas del corazón, enfermedades pulmonares, diabetes y ritmos cardiacos irregulares.
Entre los síntomas se incluyen dificultades para respirar, fatiga, inflamación de las extremidades bajas, tos, dolor en el pecho, aumento de peso repentino y aceleración del pulso. El diagnóstico se realiza por medio de un ecocardiograma, que usa ondas sonoras para reproducir una imagen del corazón. Es una prueba muy importante y puede revelar datos esenciales sobre el corazón como el tamaño, el estado de las válvulas y la fracción de eyección (un indicador de la capacidad de bombeo). La ICC puede controlarse con medicamentos y cirugía u otros instrumentos si fuese necesario.
9. Trastorno de ansiedad generalizada
El trastorno de ansiedad generalizada es una enfermedad psicológica que se caracteriza por presentar niveles excesivos de ansiedad o preocupación que interfieren con la rutina diaria del paciente. Suele desarrollarse de manera gradual y los niveles de ansiedad o preocupación varían. El estrés tiende a empeorar la situación. Hasta el momento las causas precisas se desconocen. Los factores de riesgo pueden ser la personalidad introvertida, tener antecedentes familiares de la enfermedad y ser mujer.
Entre los síntomas de la afección se encuentran preocupación excesiva, dificultades para respirar, irritabilidad, fatiga, problemas para dormir, náuseas, vómitos y diarrea. Un psiquiatra que esté familiarizado con la afección como lo indica el Manual de Diagnóstico y Estadísticas de Trastornos Psicológicas – 5ta Edición (DSM-5) estará en condiciones de elaborar un diagnóstico preciso. La enfermedad puede controlarse con ansiolíticos y psicoterapia.
10. Pleuresía
La pleuresía se define como la inflamación de la pleura, una membrana serosa que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones. También se conoce como pleuritis. Las causas de esta afección varían y pueden incluir infecciones, cáncer, insuficiencia cardiaca congestiva, embolia pulmonar, el uso de ciertas drogas, neumotórax y enfermedades autoinmunes (artritis reumatoidea, lupus). Una complicación común es la acumulación de fluido entre las membranas de la pleura, lo que se conoce como efusión pleural.
El principal síntoma de la pleuresía es un dolor punzante en el pecho que empeora al respirar. Otros síntomas incluyen molestias al respirar, tos, fiebre y dolor de hombros y espalda. El diagnóstico es evidente ante la presencia de un roce pleural, que suena como el roce de una lija sobre una superficie, en un examen con estetoscopio. Las efusiones pleurales pueden diagnosticarse con placas de rayos X del tórax, tomografías computadas o ultrasonidos. El tratamiento de la afección se focaliza en la causa subyacente.
11. Sarcoidosis
La sarcoidosis se caracteriza por el crecimiento de granulomas, o agrupaciones de células inflamadas, en varios órganos del cuerpo humano. La enfermedad puede afectar cualquier órgano pero, principalmente, ataca los pulmones. La causa exacta de la sarcoidosis aún se desconoce, aunque los investigadores creen que puede ser el resultado de una reacción del sistema inmunológico ante la presencia de una sustancia extraña. Los factores de riesgo que aumentan las probabilidades de tener sarcoidosis incluyen ser mujer, tener descendencia afroamericana y tener antecedentes familiares de la enfermedad.
Entre los síntomas se incluyen tos, dificultades para respirar, jadeos, fiebre, fatiga, pérdida de peso, dolor articular, sarpullidos en la piel, dolor en el pecho, convulsiones y pérdida de la visión. La enfermedad puede ser difícil de diagnosticar y puede requerir análisis de sangre, placas de rayos X, tomografías computadas y biopsias (muestras del tejido) para determinar que de verdad se trate de granulomas. No existe una cura para la afección. Los tratamientos con fármacos apuntan a reducir la inflamación. En el caso de que los órganos estén muy dañados se puede llegar a considerar un trasplante.
12. Tuberculosis
La tuberculosis es una enfermedad altamente infecciosa que afecta principalmente a los pulmones. El agente que la provoca es la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que se transmite de persona a persona por medio de pequeñas gotas de fluido que se trasladan en el aire al toser o estornudar. Si bien la afección afecta mayormente los pulmones, puede tener consecuencias en otros órganos como el cerebro, los riñones y la columna vertebral. Cada vez son más los casos de tuberculosis resistente a los fármacos en el mundo.
Los individuos con tuberculosis latente o inactiva no presentan síntomas mientras que los que tienen tuberculosis activa presentan signos tales como fiebre, fatiga, dificultades para respirar, tos con sangre, sudores nocturnos y pérdida de peso. Un análisis simple de piel permite determinar si un paciente sufre la enfermedad. Los individuos que den positivo en las pruebas de piel deben realizarse placas de rayos X para determinar si tienen tuberculosis activa. Aquellas personas con tuberculosis latente o inactiva deben ser tratados con antibióticos durante 9 meses. Quienes tengan tuberculosis activa deben tratarse con múltiples fármacos durante 12 meses o más.