La depresión no hace distinciones en cuanto a edad, sexo, raza o estado socioeconómico. Cualquiera puede desarrollar esta terrible enfermedad en cualquier momento de su vida. Jóvenes, adultos, ricos y pobres — nadie está exento.
Se trata de un desequilibrio químico en el cerebro en el que la sustancia “de la felicidad”, llamada dopamina, deja de producirse en cantidades apropiadas. Si no se busca ayuda a tiempo, puede convertirse en un arma mortal. La buena noticia es que la depresión puede ser controlada y el primer paso para combatirla es estar informado…
1. Puede ser hereditaria
Ciertas investigaciones han demostrado que, si sus parientes más cercanos, como padres o hermanos, han sufrido depresión alguna vez, usted es entre 1,5 y 3 veces más propenso a desarrollar el trastorno.
Además, si alguno de sus parientes ha cometido suicido, los riesgos son aún mayores. El hecho de que la enfermedad esté en su historia clínica familiar no le garantiza que la padecerá, sólo lo vuelve más vulnerable que el resto de las personas.
2. Puede ser circunstancial
La depresión puede ser producto de una experiencia traumática en la vida de una persona. Por ejemplo, un divorcio, la muerte de un ser querido, las dificultades financieras, el desempleo, los problemas de salud y la falta de un hogar son motivos comunes.
Esto también se conoce como depresión reactiva o trastorno de adaptación y es temporal; acaba cuando se resuelve la situación que altera al paciente. Sin embargo, si los síntomas persisten por mucho tiempo, el cuadro puede volverse permanente.
3. Forma parte del trastorno bipolar
Se trata de un trastorno del estado de ánimo, que se caracteriza por contar con periodos de euforia (manía) y otros de tristeza extrema, llamados depresión. Los Institutos Nacionales de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés) estiman que alrededor de 1 y 5 pacientes con trastorno bipolar cometen suicidio.
Las investigaciones han demostrado que el 20% de los adolescentes con depresión desarrolla trastorno bipolar después de 5 años (Birmaher, B; 1995). De todos los pacientes afectados, sólo 1 de 4 recibe un diagnóstico preciso durante los 3 años de experimentar síntomas. A muchos les lleva más de 10 años saber qué les ocurre.
4. Afecta el pensamiento
Uno de los síntomas más alarmantes de la depresión es su impacto a nivel cognitivo. Al afectar el lóbulo frontal del cerebro, funciones tales como el razonamiento y la resolución de conflictos se alteran considerablemente.
Un paciente con depresión tiende a internalizar sus pensamientos negativos y los convierte en truismos u obviedades. La desesperanza y el desamparo se apoderan de la lógica y del razonamiento y desencadenan comportamientos autodestructivos.
5. Los niños también pueden padecerla
Si bien la niñez es considerada un momento de alegría, para muchos, es todo lo contrario. La depresión sin dudas puede afectar a los más pequeños. Esto es más común en ciertos hogares caóticos, en los que los padres también sufren de depresión o abusan de ciertas sustancias.
Si bien es menos común que en los adultos, los niños también pueden cometer suicidio. Los varones están en riesgo desde los 10 años hasta la adolescencia. Después de los 16 años, las probabilidades de desarrollar estados depresivos que los lleven a acabar con su vida son mucho mayores. Se ha comprobado que alrededor de 2,5% de las criaturas padecerá este trastorno y, en algunos casos, la enfermedad regresará en la adultez.
6. Suele pasarse por alto en adultos mayores
La depresión en aquellos de más de 65 años de edad suele confundirse con otros problemas de salud típicos de la etapa, como demencia, diabetes, hipertensión y anemia.
Las tasas de suicidio en los mayores son más elevadas que en el resto de los casos, aunque sólo un 10% de los pacientes logra conseguir ayuda. Según los National Institutes of Health, los individuos de entre 80 y 84 años son dos veces más vulnerables a querer quitarse la vida que el resto de las personas. Los prejuicios asociados con otros trastornos mentales juegan un rol importante para los ancianos a la hora de solicitar atención médica.
7. Puede ser fatal
Los suicidios son la décima causa de muerte en todas las edades, según las estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Según los cálculos, cada 13 minutos una persona en el mundo se quita la vida.
Otras investigaciones llevadas a cabo por los CDC indican que alrededor del 25% de las personas de 18 años o más sufren de depresión cada año y sólo la mitad de este grupo recibe atención médica. De 25 intentos de suicidio, uno termina por concretarse. En los adultos mayores, de cuatro intentos, un suicidio logra completarse. Por último, los hombres son cuatro veces más vulnerables que las mujeres a acabar con sus vidas.
8. El efecto contagio
Las investigaciones demuestran que los expertos en salud que están en contracto con personas que sufren depresión tienden a desarrollar síntomas típicos de ella. Otro estudio realizado por Haeffel and Hames se dedicó a estudiar a estudiantes universitarios y a sus compañeros de cuarto.
El objetivo del experimento era comprobar si la “vulnerabilidad cognitiva” era contagiosa. Los resultados demostraron que los estudiantes que convivían con estudiantes con problemas cognitivos, también se deprimían.
9. Estigmas y prejuicios
Ciertas investigaciones indican que existen muchísimos prejuicios peyorativos vinculados con los que sufren de trastornos mentales. “Loco” y “suicida” son algunos de los apodos más utilizados por las personas para referirse a los pacientes de enfermedades psicológicas. Por otro lado, la depresión suele vincularse con la vagancia o la falta de carácter.
Los parientes y amigos de los que sufren la enfermedad suelen subestimar el problema. El miedo y la falta de información también generan malentendidos y confusión. Un estudio de origen sueco que fue publicado en la revista Psychology Today, descubrió que la vergüenza y el miedo a lo que puedan pensar los demás son dos de los motivos principales por los que muchos pacientes no acceden a seguir un tratamiento con medicamentos.
10. Puede curarse
La buena noticia es que la depresión puede controlarse de forma exitosa. Mientras más temprano se diagnostique, habrá menos posibilidades de sufrir recaídas en el futuro. Aquellos que padecen el trastorno como consecuencia de un trauma emocional responden de forma mucho más positiva a las terapias cognitivas, mientras que los que sufren depresión hereditaria se benefician más con tratamientos que combinan medicación con terapia.
La terapia cognitiva conductual, que incluye meditación y ejercicios de respiración, ha demostrado ser muy útil en pacientes con depresión. Cada persona es distinta, por lo que resulta clave encontrar la solución que mejor se adapte a su situación.