Cuando hablamos de demencia, no nos referimos a una enfermedad en particular, sino al deterioro de funciones cognitivas esenciales como la memoria, el pensamiento y las aptitudes sociales. Los daños llegan a ser tan severos que al paciente afectado se le hace imposible llevar una vida normal. Un diagnóstico preciso sólo es posible por medio de una serie de exámenes. Por otro lado, los tratamientos solo apuntan a aplacar los síntomas, ya que no existe una cura definitiva. El Alzheimer es el tipo más común de demencia y se lo vincula con el 60 y el 80% de los casos. En segundo lugar, se encuentra la demencia vascular, que impacta al 10% de los pacientes. Si bien detectar este tipo de complicaciones es un proceso complejo, existen determinados factores a los que es importante estar atento.
1. Edad avanzada
La demencia suele ocurrir en individuos de edad avanzada. De hecho, el organismo Alzheimer’s Association afirma que después de los 65 años las posibilidades de sufrir demencia se duplican cada 5 años. El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares estima que unos 5 millones de estadounidenses mayores de 65 años padecerán Alzheimer en el futuro. Como resultado, la cantidad de afectados en 2050 será de 88 millones.
De los 85 años en adelante, las probabilidades de sufrir Alzheimer alcanzan el 50%. A pesar de que las cifras sean alarmantes, se suele pensar de forma errónea que la demencia al envejecer es algo normal. Lamento comunicarle que la enfermedad también puede desarrollarse en adultos jóvenes.
2. Factores genéticos
Aquellos individuos cuyo familiares directos (padres, hermanos o hijos) hayan sido diagnosticados con Alzheimer son más propensos a padecerlo. Los riegos son mayores si más de un familiar sufre la enfermedad. No obstante, este no es un factor determinante; muchas personas sin antecedentes hereditarios padecen la afección y viceversa.
Ciertos estudios son capaces de detectar el Alzheimer en su historia familiar. El gen que lo desarrolla es la apolipoproteína E4 o ApoE4. Aquellos que heredan una copia del ApoE4 son muchísimo más vulnerables que el resto de las personas a desarrollar las complicaciones cognitivas, incluso antes de llegar a la vejez. En estos casos, los controles periódicos no son muy comunes; por lo general, sólo se lleva a cabo a modo de investigación.
3. Sexo femenino
El sexo parece ser un factor importante en el desarrollo de la demencia. Diversos estudios sugieren que las mujeres corren más riesgos que los hombres. Una investigación de origen holandés ha demostrado que después de los 90 años las mujeres son mucho más vulnerables a padecer Alzheimer que los individuos del sexo opuesto. Según un censo realizado en los Estados Unidos, los nonagenarios son uno de los sectores de la población que crece con mayor rapidez y, por si no lo sabía, las mujeres conforman un tercio de este. Los resultados de los estudios pueden ser consecuencia de un efecto protector del estrógeno de las mujeres en edad premenopáusica.
Un artículo publicado en la revista Annals of Neurology reveló que las mujeres que poseen una sola copia del gen ApoE4 en su configuración genética tienen más posibilidades de sufrir Alzheimer que los hombres. Esta enfermedad también parece impactar de formas diferentes en el comportamiento de ambos sexos. Las mujeres tienden a recluirse y a ser más inestables a nivel emocional, mientras que los hombres se vuelven más agresivos a medida que la situación empeora.
4. Tabaquismo
Un grupo de investigadores finlandeses llegó a la conclusión de que los individuos que fumaban más de dos paquetes de cigarrillo al día tenían el doble de riesgos de padecer demencia a mediana edad (entre 50 y 60 años) que el resto. Como si eso fuera poco, este mal hábito provoca enfermedades cardiovasculares, hipertensión, cáncer y accidentes cerebrovasculares. En el estudio, aproximadamente el 25% de los participantes fumadores fueron diagnosticados con demencia alrededor de 23 años después de que finalizara la investigación.
En ese mismo experimento, tanto los exfumadores como las personas que fumaban menos de medio paquete de cigarrillos al día no mostraban incrementos en los riesgos de padecer la afección. Otro estudio de origen australiano reveló que los adultos mayores fumadores presentaban deterioros cognitivos severos. Lo peor de todo es que los químicos de los cigarrillos incrementan las probabilidades de experimentar demencia vascular y de sufrir accidentes cerebrovasculares. Por último, el estrés oxidativo y la inflamación vinculados con el tabaquismo guardan una relación causal con el desarrollo del Alzheimer.
5. Consumo excesivo de alcohol
El consumo excesivo de bebidas alcohólicas es otro factor de riesgo para el deterioro cognitivo. Un estudio de origen chino reveló que existe lo que en Economía se conoce como “una relación en forma de U” entre la ingesta de alcohol y el desarrollo de la demencia.
Un estudio publicado en la revista British Medical Journal obtuvo resultados similares. En otras palabras, el consumo de leve a moderado de alcohol tiene un efecto protector en la aparición de la demencia si se lo compara con quienes no beben, mientras que las personas que beben en exceso son muchísimo más propensas a padecer trastornos cognitivos. Cabe aclarar que el tipo de bebida alcohólica que se consuma no marca ninguna diferencia. En la misma investigación, se llegó a la conclusión de que los riesgos de sufrir complicaciones cognitivas incrementan aún más en aquellas personas que poseen el gen ApoE4, uno de los principales responsables del desarrollo de demencia.
6. Hipertensión
La hipertensión, o lo que se conoce como presión arterial elevada, es un factor influyente en la aparición de la demencia, en especial del Alzheimer. A largo plazo, puede dañar las arterias más pequeñas del cerebro, lo que impide que la sangre fluya correctamente y resulta en atrofias de los tejidos cerebrales. En individuos menores de 60 años, se considera hipertensión a la presión arterial superior a 140/90 mm Hg. En el caso de personas mayores de 60 años, los valores deben ser iguales o mayores a 150/90 mm Hg. La presión arterial se compone por la presión arterial sistólica (la cifra de arriba) y por la diastólica (la cifra de abajo).
Un estudio publicado en Hypertension reveló que la presión diastólica elevada a los 50 años está vinculada con deterioros cognitivos a la edad de 70. La misma investigación descubrió que los riesgos de desarrollar demencia se duplicaban si la presión arterial sistólica era igual o mayor a 140-160 mm Hg.
7. Diabetes
La diabetes de tipo 2 es uno de los principales factores de riesgo de los accidentes cerebrovasculares, que están íntimamente vinculados con el desarrollo de demencia vascular. Un estudio de origen holandés que se publicó en la revista Neurology confirma que los individuos que padecen diabetes presentan mayores riesgos de sufrir demencia, en especial Alzheimer. El vínculo es más evidente en los pacientes diabéticos que se inyectan insulina.
Al examinar los cerebros de personas con diabetes se detectó la presencia de una proteína conocida como beta-amiloide, que forma parte de las placas y ovillos del Alzheimer. El exceso de beta amiloides genera episodios de estrés oxidativo y fomenta el deterioro de las células cerebrales. Un estudio publicado por la revista New England Journal of Medicine descubrió que los riesgos de demencia eran mayores en aquellos pacientes con niveles elevados de glucosa en sangre, los que se denominan prediabéticos.
8. Arterioesclerosis
La arterioesclerosis consiste en la acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes internas de las arterias y se lo considera un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. La reducción del flujo sanguíneo y el desarrollo de accidentes cerebrovasculares, a su vez, causan demencia vascular. Además, los niveles excesivos de lipoproteína de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés), o lo que se conoce como colesterol “dañino”, es otro desencadenante de la arterioesclerosis.
Un estudio de origen holandés publicado en Annals of Neurology reveló que la arterioesclerosis, principalmente la de carótida interna, está vinculada con la demencia. Las arterias carótidas se localizan en el cuello, a cada lado de la tráquea. Una investigación llevada a cabo en Johns Hopkins, Baltimore, asegura que la arteriosclerosis intracraneal afecta considerablemente los procesos cognitivos. Por otro lado, la arterioesclerosis intracraneal ocurre entre el medio del cráneo, en las arterias del cerebro.
9. Obesidad
Una persona obesa presenta un índice de masa corporal (IMC) superior a 30 kg/m2. El IMC mide de forma indirecta la grasa del cuerpo según el peso (en kilogramos) y la altura (en metros). Las medidas han sido utilizadas para anticipar los riesgos de sufrir enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes y complicaciones cardiovasculares. Se cree que el 50% de las personas adultas es obeso. Un grupo de investigadores considera que existe una conexión entre el aumento en el IMC y el desarrollo de la demencia.
Un estudio elaborado por la Escuela de Medicina de Harvard afirma que el aumento de IMC está asociado indirectamente con el incremento de los riesgos de padecer demencia. Otra investigación del Karolinska Institutet de Suecia descubrió que las personas que experimentaban obesidad a mediana edad, exhibían mayores posibilidades de padecer Alzheimer en el futuro. Por último, un artículo publicado en la revista Neurology reveló que la obesidad abdominal también viene acompañada de diabetes y de problemas cardiovasculares.
10. Niveles elevados de homocisteína en sangre
La homocisteína es un aminoácido y estos están formados por bloques de proteínas. Los niveles elevados de estos compuestos en sangre están vinculados con la aparición de problemas cardiacos, la presencia de accidentes cerebrovasculares y la formación de coágulos. Esto último fomenta el desarrollo de complicaciones de salud que ponen en riesgo su vida, tales como la trombosis venosa profunda (TVP) y la embolia pulmonar (EP). Los niveles de homocisteína en sangre superiores a 15 micromoles/litro se consideran peligrosos. Los valores normales deberían ser menores a 10 ó 12 micromoles/litro. Se cree que esta afección puede deberse a deficiencias de nutrientes como vitaminas B6, B12 y ácido fólico.
Los investigadores aseguran que los niveles elevados de este aminoácido juegan un papel importante en el desarrollo de la demencia. Un grupo de expertos de la Universidad de Boston ha publicado un artículo en la revista New England Journal of Medicine y aseguran que la presencia excesiva de homicisteína en el torrente sanguíneo duplica los riesgos de sufrir Alzheimer. Una investigación reciente, que fue publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, reveló que los suplementos vitamínicos previenen las atrofias de las áreas del cerebro asociadas con la demencia y el deterioro cognitivo.