El ojo rojo es un signo de inflamación ocular y puede producirse en uno o en ambos ojos. Se produce cuando los vasos sanguíneos del ojo se inflaman o se irritan y puede afectar a cualquier parte del ojo. Es una de las dolencias oculares más comunes que ven los médicos de atención primaria y tiene multitud de causas. El ojo rojo es una condición alarmante y la mayoría de los casos representan problemas oculares menores. Pero algunos casos pueden ser graves y requieren una evaluación médica de urgencia. Los casos más graves de ojo rojo pueden ir acompañados de dolor ocular o cambios en la visión.
Doce causas del ojo rojo son…
1. Conjuntivitis Infecciosa
La conjuntivitis infecciosa, también conocida como “ojo rosa”, es la causa más común del ojo rojo. Es una infección muy contagiosa, sobre todo entre los niños en edad escolar. La conjuntivitis representa la inflamación de la conjuntiva, la fina capa de tejido que cubre el globo ocular y las superficies internas del párpado. La conjuntivitis infecciosa puede deberse a una infección bacteriana o viral. Puede afectar a uno o a ambos ojos.
Los síntomas clásicos de la conjuntivitis pueden ser el enrojecimiento de los ojos, la secreción de los mismos, picor o picazón, el lagrimeo excesivo, el aumento de la sensibilidad a la luz y la formación de costras en los párpados o las pestañas. La causa viral más común en los niños es el adenovirus. La causa bacteriana más común en los niños es el estreptococo. El tratamiento de la conjuntivitis bacteriana suele consistir en colirios o pomadas antibióticas. Los antibióticos no pueden curar la conjuntivitis viral y solo tiene que seguir su curso. En la mayoría de los casos, la conjuntivitis infecciosa se resuelve sin complicaciones.
2. Hemorragia Subconjuntival
La hemorragia subconjuntival representa la rotura de un vaso sanguíneo en el ojo. La sangre se acumula bajo la conjuntiva, la fina capa de tejido que cubre el globo ocular y las superficies internas del párpado. La causa de una hemorragia subconjuntival no siempre es evidente. Algunas causas comunes de esta afección son la tos violenta, los estornudos fuertes, los vómitos, el levantamiento de objetos pesados y las lesiones en el ojo.
Los factores de riesgo para la aparición de una hemorragia subconjuntival son la diabetes, la presión arterial alta (hipertensión), los medicamentos anticoagulantes y los trastornos de la coagulación. A pesar de su aspecto alarmante, una hemorragia subconjuntival no suele ir acompañada de cambios en la visión, secreción del ojo o dolor ocular. La afección es inofensiva (benigna) y el organismo reabsorbe la sangre en unas semanas. No se conocen complicaciones de esta afección.
3. Blefaritis
La blefaritis es una inflamación de los párpados. Suele ser una enfermedad crónica y suele afectar a la parte del párpado donde crecen las pestañas. Esta condición suele afectar a ambos párpados. Clínicamente hay dos formas de blefaritis: anterior y posterior. La blefaritis anterior afecta a la parte delantera del párpado de la que nacen las pestañas. La blefaritis posterior se produce cuando las glándulas sebáceas situadas cerca de la base de las pestañas se obstruyen.
La blefaritis puede estar causada por varias enfermedades y afecciones, como la caspa del cuero cabelludo y las cejas, una infección bacteriana, la rosácea (una enfermedad de la piel caracterizada por el enrojecimiento facial), las alergias y los piojos de las pestañas. Los síntomas de la blefaritis pueden incluir lagrimeo excesivo, ojos rojos, sensación de cuerpo extraño, costras en las pestañas, disminución de la visión, párpados hinchados, sensibilidad a la luz, picor en los párpados y pérdida de pestañas. Puede ser una afección frustrante, pero suele ceder ante la aplicación de compresas calientes, el lavado de los márgenes de los párpados y la aplicación de una pomada antibiótica.
4. Síndrome del Ojo Seco
El síndrome del ojo seco es una afección común en Estados Unidos. Puede caracterizarse por la disminución de la producción de lágrimas o la producción de lágrimas de mala calidad. Esta afección es más frecuente en las mujeres. El síndrome del ojo seco puede inflamar e irritar los vasos sanguíneos de la superficie del ojo, lo que provoca el enrojecimiento de los ojos. Otros síntomas del síndrome del ojo seco pueden ser ardor, sensación de cuerpo extraño, visión borrosa, mucosidad fibrosa, fatiga ocular y sensibilidad a la luz.
Hay una serie de factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar el síndrome del ojo seco, como el aumento de la edad, el sexo femenino, una dieta baja en vitamina A, el uso de lentes de contacto, el tabaquismo, el uso del ordenador y algunos medicamentos (antihistamínicos, antidepresivos y ciertos medicamentos para la presión arterial). Está asociado a algunas enfermedades como el síndrome de Sjogren, la diabetes, el lupus y la artritis reumatoide. Las opciones de tratamiento eficaces para el síndrome del ojo seco son la ciclosporina (Restasis, un agente antiinflamatorio), las lágrimas artificiales o los tapones para bloquear los orificios de drenaje en las esquinas de los ojos.
5. Orzuelo
Un orzuelo, también conocido como hordeolum, es un bulto rojo y doloroso cerca del borde del párpado. Representa una infección bacteriana y suele estar lleno de pus. El orzuelo suele parecerse a un grano o un forúnculo. Otros síntomas de la enfermedad pueden ser el enrojecimiento de los ojos, el dolor de párpados, la hinchazón de los párpados, la visión borrosa y el lagrimeo excesivo. Las bacterias estafilocócicas, o “estafilococo”, causan la mayoría de las infecciones responsables de los orzuelos.
Los orzuelos son más frecuentes en los adultos que en los niños. Las personas con blefaritis, disfunción de las glándulas de meibomio y rosácea (una enfermedad de la piel caracterizada por el enrojecimiento facial) tienen un mayor riesgo de desarrollar orzuelos. Las glándulas de meibomio segregan un aceite que lubrica los ojos. La mayoría de los orzuelos no requieren ningún tratamiento específico y se resuelven espontáneamente en una o dos semanas. Si un orzuelo requiere tratamiento, suelen ser eficaces las frotaciones de los párpados, las compresas calientes y una pomada antibiótica.
6. Glaucoma de Ángulo Cerrado
El glaucoma es una enfermedad ocular caracterizada por un aumento de la presión en la cámara frontal (anterior) del ojo. Las dos categorías principales de glaucoma son el de ángulo abierto y el de ángulo cerrado. El glaucoma de ángulo abierto es la forma más común de glaucoma y representa el 90% de los casos. El glaucoma de ángulo cerrado es mucho menos frecuente. Si no se trata o no se controla, el glaucoma puede provocar la pérdida de la visión periférica y, finalmente, la ceguera. El glaucoma es la segunda causa de ceguera en Estados Unidos.
El glaucoma de ángulo cerrado puede ser primario o secundario. También puede describirse como agudo o crónico. Los factores de riesgo de esta enfermedad son la edad avanzada, la hipermetropía, el sexo femenino y la ascendencia asiática o nativa de Alaska. Los síntomas del glaucoma agudo de ángulo cerrado pueden incluir ojos rojos, dolor ocular, dolores de cabeza, pérdida de visión, halos alrededor de las luces, visión borrosa, náuseas y vómitos, y pupilas dilatadas. Estos síntomas indican una emergencia médica. El tratamiento definitivo de esta enfermedad es la iridotomía con láser, que consiste en una incisión con láser en el iris del ojo para reducir la presión.
7. Uveítis
La uveítis es la inflamación de la úvea, la capa media del ojo. La uveítis puede clasificarse como anterior (parte frontal del ojo), intermedia (parte central del ojo), posterior (parte de atrás del ojo) o panuveítis (todas las partes del ojo). Puede afectar a uno o a ambos ojos. En la mitad de los casos de uveítis no se puede determinar una causa específica. Las enfermedades autoinmunes o las infecciones pueden causar el resto de los casos de uveítis.
Los signos y síntomas de la uveítis pueden incluir enrojecimiento intenso del ojo, dolor ocular, sensibilidad a la luz, moscas volantes (puntos oscuros y flotantes en el campo de visión) y visión borrosa. El objetivo del tratamiento es reducir la inflamación del ojo. Dependiendo de la causa, la uveítis puede tratarse con esteroides, antibióticos, antivirales o fármacos para suprimir el sistema inmunitario.
Las posibles complicaciones de la uveítis son las cataratas (opacidad del cristalino), el glaucoma (aumento de la presión ocular), el desprendimiento de retina (una urgencia médica) y la ceguera.
8. Abrasión Corneal
Una abrasión corneal es un rasguño en la córnea del ojo. Es una de las lesiones oculares más comunes. La córnea es la capa transparente de la parte frontal del ojo que cubre el iris (la parte coloreada del ojo) y la pupila (el círculo negro en el centro del ojo). La abrasión suele limitarse a la capa más superficial de la córnea.
Las posibles causas de la abrasión corneal varían y pueden incluir una lesión, el uso prolongado de lentes de contacto, la introducción de cuerpos extraños en los ojos y la falta de protección de los ojos durante una intervención quirúrgica bajo anestesia general. Los síntomas de la abrasión corneal pueden incluir enrojecimiento del ojo, dolor ocular, sensación de cuerpo extraño, lagrimeo excesivo, sensibilidad a la luz y visión borrosa. Las complicaciones de la abrasión corneal son poco frecuentes, y la mayoría de las abrasiones menores se curan en un plazo de 24 a 48 horas. Las investigaciones no han demostrado que sea beneficioso poner un parche en el ojo afectado.
9. Queratitis
La queratitis es la inflamación de la córnea, la capa transparente sobre la parte delantera del ojo que cubre el iris y la pupila. La córnea refracta la luz y la enfoca hacia la retina, la capa de tejido sensible a la luz situada en la parte posterior del ojo. La queratitis puede ser infecciosa o no infecciosa. Una infección es la causa más frecuente de queratitis. Los factores de riesgo para el desarrollo de queratitis son el uso de lentes de contacto, la inmunidad reducida, vivir en un clima cálido, usar gotas oculares con esteroides y lesionarse el ojo.
Los síntomas de la queratitis pueden incluir enrojecimiento del ojo, dolor ocular, lagrimeo excesivo, visión borrosa y sensibilidad a la luz. El tratamiento depende de la causa de la queratitis. La queratitis infecciosa suele requerir un tratamiento con antibióticos, antivirales o antifúngicos. Pueden utilizarse gotas con esteroides a corto plazo para reducir la inflamación y evitar la cicatrización de la córnea. Las complicaciones de la queratitis pueden incluir úlceras y cicatrices en la córnea, que pueden provocar una disminución de la visión e incluso ceguera.
10. Conjuntivitis Alérgica
La conjuntivitis alérgica es la inflamación de la conjuntiva (la fina capa de tejido que cubre el globo ocular y las superficies internas del párpado) debida a los agentes alergénicos. Entre los alergénicos comunes en el aire se encuentran el polvo, el polen, la hierba, las malas hierbas, la caspa de las mascotas (motas microscópicas de piel que desprenden los animales domésticos) y las esporas de moho. La conjuntivitis alérgica es bastante común y afecta a casi el 20% de la población de Estados Unidos. Hay dos tipos principales de conjuntivitis alérgica: aguda (estacional) y crónica (todo el año).
Los síntomas de la conjuntivitis alérgica pueden incluir enrojecimiento, lagrimeo, picor y ardor en los ojos. Los síntomas de esta condición están mediados por la histamina, el mismo mediador de la rinitis alérgica (fiebre del heno). La histamina es producida por los mastocitos. El mejor tratamiento es evitar los desencadenantes conocidos de los síntomas. La conjuntivitis alérgica puede tratarse con diversos fármacos, como antihistamínicos tópicos, estabilizadores de mastocitos, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y esteroides. El pronóstico de esta afección es excelente y no hay posibilidad de complicaciones graves.
11. Pterigión
Un pterigión es un crecimiento que se desarrolla en la conjuntiva (la fina capa de tejido que cubre el globo ocular y las superficies internas del párpado). Los pterigiones pueden aparecer en uno o en ambos ojos y su tamaño varía de pequeño a muy grande. El crecimiento es benigno (no canceroso) y en ocasiones puede extenderse a la córnea (la parte transparente del ojo que cubre el iris y la pupila).
Los síntomas de un pterigión pueden incluir enrojecimiento del ojo, hinchazón, picor y visión borrosa. Los factores de riesgo para el desarrollo de la enfermedad son una mayor exposición a la luz ultravioleta (UV) y una ocupación que implique actividades al aire libre. Los pterigiones afectan con más frecuencia a los hombres que a las mujeres (proporción 2:1). Un pterigión no suele requerir ningún tratamiento, a menos que obstruya la visión o resulte extremadamente molesto. El tratamiento puede consistir en lágrimas artificiales, pomadas tópicas, gotas ocasionales con esteroides a corto plazo y la extirpación quirúrgica si es necesario.
12. Cefaleas en Racimo
Las cefaleas en racimo son dolores de cabeza excesivamente dolorosos que se producen en ciclos, o racimos, seguidos de períodos sin dolor de cabeza. Las cefaleas en racimo pueden clasificarse como episódicas o crónicas. Se desconoce la causa exacta de las cefaleas en racimo, pero los investigadores han observado un ensanchamiento de los vasos sanguíneos que irrigan el cerebro y la cara. Los factores de riesgo de la cefalea en racimos pueden ser el sexo masculino, la edad superior a 30 años y el consumo excesivo de alcohol.
El síntoma principal de la cefalea en racimos es un dolor de cabeza unilateral, que puede ir acompañado de enrojecimiento de los ojos, lagrimeo excesivo, congestión nasal, secreción nasal, pupila contraída, párpado superior caído, sudoración facial e hinchazón del párpado. Todos los síntomas que acompañan a la cefalea suelen producirse en el mismo lado en el que se produce el dolor de cabeza. El tratamiento de las cefaleas en racimo agudas puede consistir en la inhalación de oxígeno al cien por ciento, sumatriptán (Imitrex) administrado por vía nasal o una inyección de dihidroergotamina (DHE). También pueden utilizarse medicamentos preventivos para tratar las cefaleas en racimo.