Según la National Association of Anorexia Nervosa and Associated Disorders, la anorexia presenta una de las tasas de mortalidad más altas entre otros trastornos psicológicos y es la tercera enfermedad mental más común entre los adolescentes. El temor a la obesidad combinado con el deseo de alcanzar el ideal norteamericano de belleza, hace que más de la mitad de las adolescentes y un tercio de los hombres recurran a métodos poco saludables para estar delgados o controlar su peso corporal. Desde fumar y saltearse comidas hasta vomitar y hacer muchísimo ejercicio o tomar laxantes, la cantidad de casos de trastornos alimenticios y problemas con la imagen corporal es cada vez mayor. Entonces, ¿qué medidas puede tomar un padre para evitar que sus hijos desarrollen vínculos distorsionados con la comida y, a su vez, promover una imagen corporal positiva?
1. Realice un inventario sobre lo que piensan los padres sobre la gordura
Decir que no estamos influenciados por las creencias culturales sobre la gordura y la imagen corporal sería una mentira. Lo cierto es que estamos influenciados por lo que leemos, vemos y oímos en los medios e incluso por lo que dicen los expertos. La idea de que estar gordo es malo y poco saludable sigue envenenando nuestras mentes e influenciando nuestros comportamientos. Nos unimos a programas para perder peso y nos encargamos de hacer todo lo posible para eliminar el azúcar, las grasas y los carbohidratos de nuestras dietas. Hablamos de subir de peso como si fuese peor que perder un brazo.
Como adultos, nuestra responsabilidad es promover comportamientos saludables y hacer lo posible para no transmitirles a los niños nuestro miedo a subir de peso. Para generar cambios positivos, es importante evaluar nuestras propias posturas sobre la alimentación, el peso y el cuerpo, ya que estas son heredadas de forma involuntaria por nuestros hijos. Si papá o mamá está siempre a dieta, haciendo ejercicio o celebrando que bajó de peso, el niño copiará ese tipo de actitudes.
2. Hable con ellos
Hay momentos en los que nos aterra hablar sobre temas delicados, ya que nos da miedo que esa charla promueva el comportamiento que estamos tratando de evitar. De hecho, al abrir los canales de comunicación y expresar de forma franca sus sentimientos y contar sus experiencias, hará que sus hijos se sientan más tranquilos y comprendidos. Al ratificar los sentimientos y creencias de un niño sobre su cuerpo, les hacemos sentir que entendemos sus miedos, actitudes y acciones.
Cuando reaccionamos con frases como “no estás gordo” o con comentarios que minimizan la situación, no estamos escuchando de verdad y rompemos la comunicación. Cada vez que un niño revele que se siente feo o gordo y quiere ponerse a dieta o ir al gimnasio para perder peso, un padre necesita averiguar más acerca de sus sentimientos y concentrarse en lo positivo (por más que queramos hacerlos sentir bien de inmediato, no estamos cooperando). Si escuchamos más y hablamos menos, los resultados serán asombrosos.
3. Manténgase alerta a los comentarios negativos sobre la imagen corporal
Todos nos hemos sentido culpables a la hora de buscar fallos en nuestros cuerpos. Hablamos abiertamente sobre lo mucho que nos molestan nuestros rollitos y de nuestros brazos flácidos pero no hacemos nada al respecto. Además, trasladamos el foco a los niños al verbalizar nuestras preocupaciones sobre nuestra cintura y nuestros brazos regordetes. Sin dudas, los comentarios negativos sobre el cuerpo resultan dañinos para cualquiera y, con el tiempo, influencian las actitudes y creencias de los niños.
Ya nos basta con no poder apagar la televisión sin antes haber oído hablar de la última dieta o régimen de ejercicio para deshacernos de los kilitos de más. A los niños no les hace falta eso en el hogar; apueste a un ambiente seguro y comprensivo, en el que puedan aprender a amarse tal y como son.
4. Valore el interior, no el exterior
Aquellos niños que son educados en ambientes en los que se valora muchísimo el aspecto físico corren el riesgo de crecer con la idea de que para ser amados deben ser hermosos. No debería sorprenderle que este tipo de comportamiento esté vinculado no sólo con trastornos alimenticios y exceso de ejercicio, sino con depresión, ansiedad y pensamientos suicidas. Además, cuando la identidad de una persona está muy ligada a su aspecto físico, su autoestima sufre.
Estos fallos llevan a las personas a recurrir a cirugías plásticas, dietas poco saludables y ejercicio excesivo al igual que a gastar fortunas en cremas, lociones y otros ungüentos milagrosos que le prometen la juventud eterna. Que los padres valoren la honestidad, la bondad, el respeto por los demás, la inteligencia, la generosidad y el sentido del humor (por nombrar sólo algunos) hará que sus hijos se sientan apreciados por quiénes son y no por cómo lucen.
5. Hable sobre salud, no sobre peso
Los profesionales de la salud, políticos y educadores por igual intentan crear conciencia sobre la obesidad en los niños. Más allá de las consecuencias negativas que pueda tener en la salud, estar excedido de peso no lo convierte en alguien poco saludable si se trata de ejercicio y nutrición.
Es por eso que resulta más importante concentrarse menos en la gordura y más en los hábitos saludables. Hablar sobre por qué necesitamos comer grandes cantidades de vegetales tendrá menos impacto a la hora de perder peso que al centrarnos en la necesidad de eliminar la grasa. Planear actividades físicas divertidas durante el día (en lo posible, en compañía de sus padres) influirá de forma positiva en la salud física y psicológica del niño.
6. Cuidado con los mensajes negativos ocultos en las campañas de salud
Todas las campañas de promoción de salud no son iguales. Si bien algunas han tenido un impacto positivo a la hora de reducir las tasas de fumadores y al concientizar a los conductores sobre el uso del cinturón de seguridad, otras, como las de la batalla contra la obesidad, han sido menos exitosas. Leorna Pinhas, una psiquiatra del hospital de niños Sick Children, en Toronto, sugiere que las campañas de promoción de salud en las escuelas en las que se examinan etiquetas y se refuerza la creencia de que la comida chatarra es un enemigo, promueven los trastornos alimenticios en los niños.
Junto con los nutricionistas, estas campañas de concientización son los principales culpables de crear dos grupos de alimentos— los buenos y los malos. De hecho, no existe tal cosa como la comida “dañina” siempre y cuando se consuma de forma moderada. Como padres, es importante trasladar eso al hogar y darse gustos ocasionales sin perder el foco en las elecciones saludables. Puede que no podamos cuestionar la forma de promocionar la salud de las escuelas pero en nuestro hogar es posible marcar una gran diferencia en la salud mental de nuestros hijos.
7. Cuidado con la TV, el cine e Internet
Una investigación del Instituto Geena Davis acerca del rol de los géneros en los medios analizó el papel que ocupan los hombres y las mujeres en el cine y la televisión y descubrió que, al analizar los programas para niños, los personajes masculinos tienen el doble de participación que las figuras femeninas. Además, las caricaturas para niños presentan a las mujeres con ropa extremadamente sexual y curvas súper exageradas mientras que los hombres tienen musculatura definida y pectorales anchos. Tanto en videos, juegos y revistas como en letras musicales y videoclips, los niños buscan lecciones sobre cómo hablar, vestirse y comportarse.
Ser conscientes de los productos que nuestros hijos consumen les da a los padres mayores probabilidades de que adopten imágenes corporales saludables. Está claro que no podemos controlarlos las 24 horas del día los 7 días a la semana, pero si podemos marcar pequeñas diferencias positivas sobre cómo los niños se sienten con su cuerpo, la comida y su salud en general, créame que valdrá la pena.
8. ¡Todos los excesos son malos!
Las tendencias en las redes sociales ahora ofrecen miles de imágenes motivadoras sobre dietas y ejercicio. Estas muestran a mujeres con abdominales y cuerpos delgados como incentivo para aquellos que necesitan un pequeño empujoncito. Algunos mantras como “Ocúpate ahora para no tener que preocuparte después” se comparten para que chicos y chicas por igual reconozcan los beneficios de tener un cuerpo atractivo.
Por desgracia, la investigación sugiere que esta forma de motivación tiene efectos rebote y puede venir acompañada de trastornos vinculados con la alimentación y la ejercitación excesiva, depresión y falta de motivación para llevar a cabo con éxito dietas y planes de ejercitación. Tanya Berry, una psicóloga de la Universidad de Alberta, al examinar a los participantes de The Biggest Loser, descubrió que estos carecían de motivación al realizar actividad física. Como era de esperarse, la clave para estar saludable en cuerpo y mente es combinar comportamientos saludables y aceptar que todos los cuerpos son distintos.
9. Ejercítese de forma consciente
Mientras que ejercitarse con moderación es parte de cualquier estilo de vida a cualquier edad, excederse puede causar lesiones y enfermedades severas y, peor aún, puede convertirse en una adicción como cualquier otra droga. La mayoría de las escuelas limitan la participación de los niños en educación física y muchos optan por ejercitarse por su cuenta. Desde obsesionarse con un deporte hasta hacer abdominales después de comer, es importante que los padres controlen a sus hijos y estén atentos a cualquier actitud sospechosa.
Si un niño debe realizar 100 abdominales después de comer y se siente ansioso por eso, es probable que algo ande mal. Además, si su hijo insiste en practicar deportes mientras sufre de alguna lesión por esfuerzo repetitivo, es importante que hable con su hijo y le explique los peligros de entrenar de forma excesiva (aunque su entrenador no esté tan de acuerdo). Recuerde, la actividad física puede convertirse en una “droga de escape” a un mundo de comportamientos obsesivos que conducen a una búsqueda inalcanzable del “cuerpo perfecto”.