Aquellos que nunca han experimentado un ataque de pánico significativo, pueden tener un poco de escepticismo con respecto a la condición y sus causas, así como el impacto que pueden tener en el bienestar mental y físico de la persona afectada. Pero un gran número de estudios indican que los ataques de pánico son, de hecho, muy reales, y que traen consigo una gran amenaza a la salud física de quienes afecta.
La pregunta es, ¿cómo puedes reconocer si estás sufriendo un ataque de pánico? Y más allá de eso, es importante reconocer cuáles son los signos que te pueden ayudar a diferenciar un ataque de pánico de otra condición médica como un derrame cerebral o un infarto. Para aquellos que sufren ataques de pánico de forma regular, es crucial que aprendan a leer los signos del ataque y desarrollen una serie de pasos para sobrellevar el evento.
Dificultad para Respirar
Uno de los primeros signos de un ataque de pánico es la dificultad para respirar. Este puede tener una correlación importante con la actividad del corazón durante el ataque, debido a que el corazón suele acelerarse o experimentar fuertes palpitaciones. Si la dificultad para respirar continúa por un tiempo prolongado, puede causar un dolor de pecho significativo, lo que llevará a un ataque de pánico más intenso.
Si logras notar que un ataque de pánico está desarrollándose, intenta controlar la respiración. En vez de tomar rápidas bocanadas de aire, alarga tus respiraciones bajando su ritmo de forma consciente, tomando inhalaciones y exhalaciones largas, contando el tiempo de cada respiración. Intenta bajar el ritmo de tu mente para que coincida con el ritmo de tu respiración — lenta y profunda. Eso puede ayudar a disminuir los problemas de respiración y a calmar los síntomas del ataque de pánico.
Dolor en el Pecho
Uno de los primeros y más notables signos de un infarto es contractura o incluso dolor en el pecho, pero la contractura del pecho y el dolor del pecho no siempre son señal de que un ataque al corazón esté ocurriendo; de hecho, usualmente está asociado con un ataque de pánico que esté sufriendo el paciente.
Esto no es precisamente sorprendente, ya que un ataque de pánico genera que las respiraciones sean cortas y menos profundas, lo que genera una presión en el pecho y por supuesto, dolor. A menos de que ya hayas sido diagnosticado con un una condición cardíaca, las probabilidades de que tu dolor de pecho se deban a un infarto son pocas. Si, por ejemplo, sufres de ataques de pánico seguidos, intenta disminuir los síntomas alentando tu respiración, pero si te sientes preocupada o preocupado de que tu dolor en el pecho se deba a un ataque al corazón, entonces es mejor que contactes a tu médico de inmediato.
Evadir Personas y Lugares
Si tienes un desorden de pánico o has sufrido algún ataque de pánico en el pasado, es probable que te sientas renuente a pasar tiempo en lugares o con personas con las cuales estuviste al momento de sufrir un ataque. Este es en un síntoma de la condición llamada “ansiedad anticipada” y afecta la forma en la que los pacientes perciben a las personas, sitios e incluso cosas que anteriormente les causaron un ataque de pánico muy serio.
Para romper con la ansiedad anticipada y restaurar la percepción original de las personas o sitios asociados al ataque, intente la meditación. Recuerda que un ataque de pánico probablemente tenga muy poco que ver con la gente, las cosas o los sitios con los que estuviste. Puede que requieras tomar la práctica varias veces antes de empezar a ver resultados en el cambio de tu percepción.
Evasión Fóbica
Si te encuentras evadiendo constantemente ciertos tipos de situaciones, a menor o mayor escala, tales como reuniones o salidas sociales, es posible que estés sufriendo de evasión fóbica, lo cual puede resultar en un ataque de pánico o incluso te puede llevar a desarrollar un desorden de pánico. La evasión fóbica puede estar relacionada con miedo a lugares de los cuales es difícil escapar, llevando al paciente a buscar (de forma constante) salidas, incluso cuando estas no son visibles o están disponibles a simple vista.
Evadir ciertos tipos de sitios, situaciones o ambientes, es una reacción típica de un evento que no fue favorable o placentero, o que llevó a desarrollar un ataque de pánico en el pasado. La evasión fóbica se puede superar, sin embargo, si no se le hace seguimiento y se trata correctamente, puede desarrollar agorafobia, los cual es un problema mucho más difícil de tratar.
Agorafobia
En una caso extremo de un desorden de pánico puede desarrollarse la agorafobia. La agorafobia es similar a la evasión fóbica (donde se evita ciertos tipos de situaciones tanto como sea posible) pero tienen un impacto mucho mayor. Explicándolo de forma general, la agorafobia involucra el miedo paralizante de estar en situaciones o lugares donde te sientes atrapado y sería muy difícil escapar en caso de un ataque de pánico.
La agorafobia usualmente se desarrolla luego de un ataque de pánico o un desorden de pánico — puede ser el resultado de un tratamiento fallido de los anteriores. Como consecuencia, puede dejar al paciente inhabilitado de visitar sitios donde muchas personas están presente, desde centros comerciales hasta conciertos, e incluso estadios. En algunos casos extremos, puede dejar a las personas con un miedo constante de dejar su hogar, haciendo difícil que puedan ir al trabajo o interactuar con otras personas.
Naúseas, Mareos y Sudoración
En adición al dolor en el pecho y la dificultad para respirar, las nauseas, los mareos y una ola de sudor frío pueden ser signos importantes de un ataque de pánico que se está desarrollando. Esos síntomas no vienen todos al mismo tiempo, o puede que no todos se presenten en el mismo ataque de pánico, sin embargo, alguien que sufra de ataques de pánico de forma constante — o alguien diagnosticado con desorden de pánico — es más propenso a experimentar muchos de estos síntomas en algún punto.
La respuesta del cuerpo a un episodio de pánico, usualmente involucra una serie de respiraciones rápidas que intensifican los síntomas ya existentes o en su defecto, puede motivar a que estos se presenten, incluyendo dolor de estómago, sudoración y mareos. Tal como es el caso del dolor de pecho y de la dificultad para respirar, la mejor opción es detenerse por un momento, tomar haciendo y tomar respiraciones largas y pausadas. Para distraer a la mente del ataque de pánico, visualiza un recuerdo que te haga feliz — tan como un viaje reciente, o una reunión con amigos o familia.